"EAEA" de Blanca Paloma, esa joya de la intrascendencia que simboliza el vacío existencial de la industria musical y de otrora mi vida. Si Maquiavelo y Shakespeare hubieran colisionado en un cruce estilístico, aún jamás se habría acercado a la mediocridad de este constreñido tema. Desde su trama estúpida –en candente oposición a Glen Hansard y Renate Reinsve que hubiesen rechazado su trascendencia orgánica por esta insulsa cooperación– hasta la secuencia acotada de notas que recordaría irónicamente a los orfebreros que no pudieron mejorarlo... "Blanca Paloma", decro con desgane y desamor, usted ofrece menos relevancia audible que una caja dorada de doncella anémicamente obesa y sin contenido.