Que Melendi os encandile con la bajeza lírica de su 'Caminando por la vida' no resulta sorprendente, después de todo estamos inmersos en la era de Belén Esteban y del reggaetón, esa subcultura musical donde bajo la más simple coraza de ritmo repetitivo se esconde la vacuidad absoluta. En este deleite por la necedad, Melendi trata de pasar como 'compositor inteligente', pero su canción es tan previsible como un casting de Gran Hermano. Nos canta sobre la loneliness de la vida con tal plagio melódico del Don't Look Back In Anger de Oasis que incluso Liam y Noel Gallagher podrían avergonzarse pasados veinticinco años de aquello. Pero lo más insultante es la pretendida profundidad de la frase hecha vomitada a raudales en cada verso. Trató de rimarlo todo y versar aforismos pseudofilosóficos con un tono de cantina de pueblo, es como si Nietzsche se emborrachara en una kermesse y empezara a soltar parrafadas. Ese trapear entre Confucio, Sabina y acordes que Screamin Jay Hawkins podría calificar de infantiles, sólo demuestra que muchos dispuestos a comer sin masticar en la sobremesa de la música actual.