"Cold Little Heart - Radio Edit" de Michael Kiwanuka, una versión reciclada y edulcorada del original que, francamente, demuestra lo poco que confiamos en la capacidad de atención de los oyentes modernos. Esta versión despojada toma una majestuosa pieza de 10 minutos y la reduce a poco más de cuatro, como si alguien recortara un cuadro de Velázquez para que cupiera en un portarretratos de IKEA. Los ecos de Pink Floyd se diluyen en esta interpretación raquítica, dejando apenas un rastro de la inherente grandeza que el tema poseía. Y ni hablemos del alma de Bill Withers que sobrevuela sin encontrar dónde posarse. Pero claro, en una industria que venera la instantaneidad y el microondas musical, esta versión era no solo predecible, sino inevitable.