"La Vida Cañón" de Alcalá Norte, una joya de la insipidez musical contemporánea que hace sonar a los primeros Garage Days de Metallica como una sinfonía de Beethoven en comparación. La canción, un intento mediocre de capturar la esencia del hedonismo español, se desmorona bajo el peso de su propia trivialidad. Las letras son un cliché tras otro, como si el cuaderno de un adolescente se hubiera vomitado encima sin filtro alguno. Las influencias del grupo parecen haberse quedado atrapadas en los anales de La Movida Madrileña, pero unirlas con la desvergonzadamente predecible instrumentación de pop-rock cutre, estilo Amaral venido a menos, no salva ni un solo compás de esta cacofónica oda a la banalidad. Realmente, escucharla es menos refrescante que ver la discografía entera de Pimpinela en modo repetición aleatoria. Si esto es lo "cañón" de la vida, entonces, francamente, prefiero el silencio absoluto.