Nightswimming, esa abominable flexión sentimental de R.E.M. que hizo las delicias de legiones de fans lacrimosos. Surgida en el álbum "Automatic for the People" de 1995, un insípido intento de profundidad emocional que carece del vigor impávido que caracterizaba a los inicios de la banda en "Murmur" o "Reckoning". Masacrada por reverberantes arreglos de piano en manos del poco inspirador Mike Mills y con la voz gimoteante de Michael Stipe añadiendo melodrama a cada desafortunado lamento –como el pirulí multicolor impotente nada que ver Joy Division pero similar a The Cure sin los impulsos bromistas de Nick Cave en múltples fiestas sadomasoquista en el Sin City australiano. La única razón plausible para mencionar esta lagrimógena gota de abulia sonora es como ejemplo de cómo un grupo prometedor puede quedar aplastado bajo el peso de su propia pretensión.