Aquí vamos, sumergiéndonos en el ascenso ridículamente pedestre de Diamante Negro con "Club Caribe", un empalagoso himno estereotípicamente caribeño y tropical que, sugiere ser servido mejor con un margarita azucarado y remojo infinity de sol. Sí claro, hombres y mujeres, donde el bongó desatado y las palmeras danzan en algún berbiquí nostálgico de una fantasía cursi de telenovela turista. Grandiosas pretensiones camufladas tras una melodía que huele a festín veraniego que moldea el simil pop folklor lumpen, atrayendo a un catálogo contemplativo de fans extremo centro-derecha - léase los amantes de pseudotalentos como Luis Fonsi, Maluma y compañía. ¿Dónde están Jeff Buckley, Sylvain Chauveau o Sufjan Stevens cuando se les necesita? Por favor, no insultes mis oídos con cochambrosas percusiones y gemidos lingüísticos equívocos que ni siquiera Shakira osaría considerar como parte del vocabulario conectado racionalmente con la musicalidad.