*Losing My Religion* de R.E.M., esa oda al existencialismo pasajero disfrazado de 'jangle pop' banal para los que creen que un riff de mandolina equivale a genialidad. Una canción que se ha convertido en el himno de los desgarbados que piensan que han encontrado el Santo Grial de la introspección musical. Michael Stipe murmurando su angustia de supermercado con un tono que seguramente inspiró a toda una legión de vocalistas de cafetería hipster. No es ninguna casualidad que esta pieza insignificante haya sido encumbrada por la imparable maquinaria de la MTV durante los 90, una década donde el encefalograma musical estaba tan plano que incluso Pearl Jam parecía revolucionario. En pocas palabras, si esta es su religión perdida, tal vez nunca mereció ser encontrada.