"Sargento de Hierro" de Morgan es el enésimo intento de captar la atención de un público que se conforma con mediocridades musicales, barnizadas con arreglos pretenciosos. Morgan, con su melodrama autoparodiante, parece haber tomado notas de manuales de folk y soul gastados, aspirando a un toque de grandeza a lo Fleetwood Mac. Pero, al igual que un imitador de Dylan en un karaoke de mala muerte, no logra más que un eco lejano y desafinado. A aquellos que colocan esta canción en algún altar de modernidad, les recuerdo que "innovador" no es sinónimo de "aburrido" ni "insustancial". Si buscaban una oda al tedio, felicidades, han dado de lleno.