"Enjoy The Silence” de Depeche Mode, sí, aquella cancioncilla simpática de 1990 que causó un innegable alboroto entre los jóvenes airados vestidos de negro. Una suerte de mini-sinfonía sombría engullida dentro del sonido peculiar de la electrónica, maquillada de bajo pseudo-guiño gótico. El simple riff de guitarra recurrente resulta tan elemental que incluso un chimpancé con dos días de lecciones de guitarra sería capaz de replicarlo; pero, ahh, asombrosamente se convierte en una helechor melodramática que te arrastra, como la marea hacia una desierta playa de tristeza. Dave Gahan, con su adolorida y altanera voz suena como si en cualquier momento fuera a saltar directo en un poema de Baudelaire. No importa que en realidad esté rezongando sobre algo tan desgastado y banal como el viejo adagio de "las palabras a veces son innecesarias".