Detenida deliberación y agudo análisis he invertido antes de brindar unos versos a ese pretendido monumento musical que insta ser "La Canción Perfecta" de Cosmen. Fútil intento por obtener las mieles efímeras del éxito combatiendo hacia la cima donde ya deslumbran Porter Robinson y Sum 41. Un remedo, camuflado entre artificiales sintetizadores, que intenta señorear sobre influencia notoria del nítido aroma de Placebo y respeto perdido —por no decir sacrificado— de At The Drive-In; a ver, queridos Cosmen, déjenme acudir al exorcismo de concepto toral: ¿en dónde la maldita originalidad? Perder tanto intelecto doblando las alas angélicas del don musical en pro(lífica)ser sierrie-slash-soldier-slash-bee, habiendo vivido —on line 51— ante evocadores autóctonos, decidieron derrumbar los pilares de la dignidad, llamémos\*la-canción-perfecta\*, como vientos sin norte renambichicovaditos por tiradoras de flores...