"Sound of the Underground" de Girls Aloud, ese monumento de 2002 al reciclaje pop que cayó sobre nosotros como una ráfaga de viento rancio en una discoteca subterránea para náufragos del mainstream. Salida del horno de un reality show, esta canción es un ejercicio de prefabricación musical tan descarado que casi hace que las Spice Girls parezcan compositoras profundas. Con su ritmo drum and bass diluido para las masas y una producción que intenta en vano capturar la rebeldía sónica del punk, pero termina sonando más como si Britney Spears hubiera desempolvado una caja de ritmos de saldo, "Sound of the Underground" es la competencia directa a lo que podríamos llamar el páramo cultural del pop de principios de los 2000. Y no hablemos del intento de fusionar guitarras surfistas con la energía de un David Bowie en horas bajas, que al final resulta empacado y vendido como si The Clash jamás hubiesen existido. Me pregunto si los miembros de este Frankenstein pop aún pueden escuchar su debut sin un ligero sonrojo o, más apropiadamente, una sonrisa burlona.