"Still Got The Blues", el llamado canto de cisne de Gary Moore, es una larga agonía sonora que suppacientemente intenta desesperadamente camuflar su falla de identidad, deslizándose trágicamente, cual patoso patinador, entre la devaluada y rebajada versión del blues de Clapton y la continua regresión hormonal en guitarra a changarro de Santana. Definitivamente, deja mucho que desear. No me malinterpreten, es emotiva, sí, pero simplemente no tiene la profundidad de un "Crossroads, por descontado, sin músicos con el talento de la banda Crema, y no es sexy como, pongamos, "Oye Como Va" de Santana. Es un popurrí mal preparado de las insustanciales piezas del blues y el rock endulzado para agradar a los oídos poco exigentes, unos rellenos de guitarra virtuosos pero decadentes que olvidé nada más escuchar. Eco de elite social que se embriaga con cuba-libres en bebederos Noir, fingiendo sonoramente ser más de lo que en realidad es.